Tomás Meabe no ganó un duro por actuar como socialista

Jueves 26 de junio de 2014, por Mar

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Eduardo Madina ha tomado el referente de Tomás Meaba como uno de los trajes con los que presentarse en la pasarela de la que saldrá el líder indiscutido del PSOE…

Obviamente, no cabe esperar que los medios se detengan para estudiar la foto de Tomás Meabe, ya se sabe que la impostura está tan integrada en la vida política que ni llama la atención. Pero sí nos detenemos un poco y estudiamos la vida del fundador de las JJSS, podremos comprobar que no existe entre su actuación militante y la de Eduardo Madina la más mínima coincidencia, fuera claro está de las proclamas que este último haya podido hacer mientras –por citar un solo ejemplo- votaba a favor de los bancos en el asunto de los desahucios.

Esto de ponerse el traje de Pablo Iglesias o de Tomás Meabe o incluso el de Besteiro, ha funcionado siguiendo una tradición de la que la Iglesia católica ha sido tradición. Fue algo aceptado justo en el momento en el que el olvido ganaba la batalla a la memoria, cuando las palabras de la Ilustración y de los socialismos eran estigmatizadas como anticuadas y demagógicas al tiempo que se renovaba el compromiso histórico entre el capitalismo salvaje y las instituciones religiosas siguiendo el modelo norteamericano. Esto también ha sido posible como parte de la descomposición del “socialismo real” y del movimiento comunista desnaturalizado…También porque desde las izquierdas militantes salvo honrosas excepciones, se ha preocupado más en defender su patrimonialismo propio, identitario, que en recuperar la memoria plural de un movimiento obrero como en del Reino de la Españas, que fue el cuerpo y el alma de la II República y que soñó con una civilización basada en el trabajo y la libertad.

Al margen de sus intenciones y de su noble actitud como víctima de ETA, no hay en el Eduardo Madina nada, absolutamente nada que le permita hablar vestido de Tomás Meabe y por sí hay alguna duda, no hay más que darle un vistazo a la biografía del autor de la Fábulas del errabundo, impregnadas de influjos gorkianos, de radicalidad crítica y social…

Tomás Meabe (Bilbao, 1879 - Madrid, 1915) provenía de una tradicional familia bilbaína de clase media de clara raigambre católica y nacionalista que tuvo su primera experiencia militante en las Juventudes del Partido Nacionalista Vasco (PNV), su padre fue uno de los primeros nacionalistas que entraron en el Ayuntamiento de Bilbao. Fue alumno de Luís Araquistáin, estudió peritaje mercantil y trabajó en la banca. Ante la oposición de su padre a vivir en un caserío y dedicarse a la bucólica vida del campo que tanto le atraía, comenzó estudios de náutica y durante un año recorrió en barco parte de América y de Europa. La vida del mar no estaba hecha para él y decidió abandonar. Hasta entonces, Tomás había sido uno de los discípulos del padre del nacionalismo conservador vasco, Sabino Arana. Éste le delegó muchas responsabilidades políticas, incluso le animó a estudiar el socialismo, porque el patriarca percibe que esa ideología es una fuerza emergente muy poderosa. Lo estudia, precisamente, para combatirlo. Cuando Meabe profundiza en él, descubre injusticias, barrios miserables, el abuso y la sobreexplotación, un mundo en el que ser trabajador significa estar condenado a la miseria, a no ser nada en manos de los patronos de misa diaria. Por esta época, Tomás sufrió una profunda crisis de conciencia, algo que, por lo visto, hace tiempo que pasó de moda. Profundo creyente, Tomás Meabe descubrió por su propia experiencia que la Iglesia servía para lavar los pecados a los ricos debido a una profunda crisis religiosa personal que le condujo a romper del todo con su antigua trayectoria política y religiosa para integrarse de lleno en el incipiente socialismo vasco.

Al igual que otros muchos socialistas de su tiempo, Tomás Meabe fue un hombre profundamente religioso (quizás el caso más notorio fuese el del pastor holandés, Ferdinand Jacobus Domela Nieuwenhuis, primero marxista y luego anarquista y sobre el que volveremos un día de estos). Desde muy joven subía a las montañas buscando un lugar donde meditar, rezar y comunicarse con Dios. A cada respuesta en sus creencias, le asaltaban nuevas dudas. La lectura de obras religiosas como La Imitación a Cristo, también conocido como el Kempis y de autores de la misma fe, no terminaban de llenarle. A los diecisiete años llega a la conclusión de que ”cree en un Dios que hace perdurar las injusticias” y, por lo tanto, mucho menos iba a crear en una Iglesia hecha a la medida de los opresores. En sus artículos Una conversión y Meditaciones de un gusano, manifiesta su sed de verdad que no encuentra en un Dios al que califica de “malo” a lo Christopher Hitchens y al que su alma no puede aspirar. La fe camina ahora, según sus propias palabras, “al sol del socialismo, nuevo sol de mi vida”. También Unamuno conoció una crisis parecida que le llevó a aproximarse al socialismo, pero don miguel estaba más comprometido con él mismo que con los oprimidos.

Se convierte entonces en un ateo militante que le llevará a un grave conflicto familiar que no logrará superar en el resto de su vida, y a enfrentamientos permanentes en los diarios vascos con los nacionalistas, muy vinculados a la Iglesia en su vertiente nacionalista (lo que les llevará a evolucionar en muchos casos). Sin embargo, su postura se manifestará más como indignación contra el asfixiante clericalismo que domina la vida española. De hecho, los mayores anticlericalistas solían ser los católicos desengañados. Sin embargo, la figura del de Nazaret tendrá siempre un gran peso en su pensamiento. Los enfrentamientos con su viejo mentor, Sabino Arana, se hicieron patentes en los cruces de escritos que ambos mantuvieron a través de los distintos órganos de expresión del PNV y el PSOE que era ciego en relación a la cuestión nacional, algo muy propio en la II Internacional exceptuando los marxistas rusos y austriacos. Esos cambios políticos y de fe le enfrentaron a su familia, nacionalista y católica, y hasta a su propio hermano Santiago, director de un periódico nacionalista.

Meabe comienza en 1902, su colaboración significativa la realizó en el periódico socialista La Lucha de Clases, donde pronto despuntó por sus críticas al nacionalismo xenófobo y racista impuesto por Sabino Arana, al militarismo imperante en toda la sociedad vasca y española del momento y, en especial, a la Iglesia tradicionalista del País Vasco. Su indignación contra los clérigos que hablan en nombre de Cristo mientras traicionan a los pobres que hasta el propio Facundo Perezagua, líder de la izquierda socialista obrerista, le pide que no sea tan vehemente. Al mismo tiempo, Meabe considerada más realista la postura de Indalecio Prieto contra Perezagua en el punto de una mayor aproximación táctica a los republicanos en línea con lo que entonces primaba en la internacional Socialista.

En el año 1903, con tan sólo veinticuatro años de edad, Tomás fue nombrado director de La Lucha de Clases, circunstancia que posibilitó la inmediata fundación de la Juventud Socialista de Bilbao. La propuesta fue inmediatamente copiada por todas las formaciones socialistas del norte de España e incluso en Madrid, lo cual dio lugar a la fundación de las Juventudes Socialistas, entre los años 1903 y 1904, de las que Tomás Meabe fue su primer presidente siguiendo la estela de su iniciador internacional, Kart Liebknecht, el socialista más sensible sobre el papel del militarismo.

Se traslada a Eibar donde dirige el periódico Adelante. Nuevamente es desterrado y se instala, primeramente, en Saint-Jean-le Vieux, desde donde marcha a Londres, trabajando en la capital inglesa como traductor, finalmente, se establece en París, donde tradujo a Platón para una editorial francesa. En abril de 1908 regresa a España para asistir al entierro de su padre, a pesar de su condena, y regresa a París. Desde la capital francesa colabora con el semanario satírico bilbaino El Coitao, del que solo se editaron ocho números. Enfermo de tuberculosis, vuelve a España por Irún, donde contrae matrimonio con Julia Iruretagoyena, hija del alcalde republicano. Su enfermedad le lleva a un peregrinaje por distintas ciudades de nuestro país, en la búsqueda de un aire que aliviara su mal. La muerte le llega en el barrio obrero de La Guindalera de Madrid, en el que había escrito su libro Apuntes de un muribundo. Su espíritu de entrega y su alta sensibilidad permanecen en el corazón de las Juventudes Socialistas.

Incansable, Meabe fue condenado a ocho años de cárcel por sus constantes diatribas contra los abusos de la Iglesia constantiniana, pero en 1904 logró huir a Francia donde trabó amistad con Jules Guesde, cuya influencia le inclinó hacia posiciones más obreristas y de rechazo de cualquier tipo de política de alianzas con los republicanos propugnada por Jaurés, un debate que sigue abierto y del que podemos encontrar una potente huella en la “obra magna” de Antoni Doménech, El eclipse de la fraternidad.... Tomás Meabe murió abatido por la tuberculosis en Madrid, en uno de sus esporádicos regresos al país, en el año 1915.

El Socialista (4-XI-1915) publica la siguiente nota necrológica en la que puede leerse: "Esta mañana, cuando empezábamos nuestros trabajos de redacción, el teléfono nos ha dado una dolorosa noticia, que nos ha impresionado profundamente. Tomás Meabe ha muerto... La de Meabe no es una historia larga; es una historia intensa. No hay grandes incidentes ni episodios numerosos en ella; hay, sí un amplísimo caudal de sentimientos, una continuada acción espiritual, que requeriría un libro para seguirla y la pluma de un genio para desentrañarla".

También habría que hablar de su obra. Calificado como prosista lírico, Tomás Meabe fue el primer dirigente socialista español al que se le reconoció la capacidad de escribir poesía, cuento y artículos plasmando el sentido trascendente de su pensamiento y convirtiéndolo en literatura. Destacó como articulista en la prensa vasca y en sus propias reflexiones dejó dicho: “quisiera escribir con amor y la pluma se me torna látigo”. En 1920 se publicaron sus Obras completas. Bilbao, así como sus Parábolas, Las Fábulas del errabundo, aparecieron en 1935 de la que la editorial ZYX, tan representativas en la reconstrucción de la memoria y del ideario socialista plural de los años sesenta-setenta. Julián Zugazagoitia le dedicó un sentido retrato Una vida humilde: Tomás Meabe, que al parecer no se ha vuelto a publicar desde la primera edición de 1927.

En un interesante artículo sobre el personaje, Javier González de Durana es profesor de Historia Contemporánea en la UPV y el actual director general del Museo Balenciaga, se pregunta: ¿Qué herencia han dejado sus ideas?. Y responde: En su momento, Tomás Meabe estuvo frente a la Iglesia católica y el militarismo. En ese sentido, tuvo una actitud muy parecida a la de los indignados frente al mundo de las finanzas. Me refiero a estar contra la injusticia y el abuso de unos frente a otros. En aquel momento, se posicionó en contra del abuso de los militares y la Iglesia, que derrochaba dinero en ornatos cuando mucha gente pasaba hambre. Eso era lo que le indignaba. Hoy en día, jóvenes como él están indignados contra el sistema abusivo. La indignación es parecida. Sus ideas se han visto colmadas al sacar a la superficie las fuerzas políticas de la juventud, del feminismo, e incluso en sacar adelante la presencia del euskera. Fue el primero que dio artículos en euskera dentro de un órgano de expresión partidista como fue el periódico Adelante de Eibar.

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