Podemos como emergencia democrática

Viernes 1ro de agosto de 2014, por Mar

David G. Marcos

“Infundir esperanza a la mayoría oprimida y temor a la minoría opresora, ése es nuestro cometido.”William Morris

Anomalía en Matrix

La crisis ha dejado caer las caretas del régimen, provocando la erosión de todas y cada una de sus instituciones. Los resultados electorales del pasado 25 de mayo en el Estado español señalan que su desgaste ha terminado arañando el terreno electoral, precipitando una crisis del bipartidismo sin precedentes. Sus protagonistas, PSOE y PP, han sufrido una pérdida superior a los 5 millones de votantes. En consecuencia, la suma de ambos no alcanzaría, por primera vez en su historia, el 50% de los apoyos que les permitiría formar gobierno en unas hipotéticas elecciones generales. Por su parte, Izquierda Unida no despega. La formación se topa con el techo de cristal impuesto por una campaña plana y una cobertura de simpatías encorsetada, enfrentándose a una dificultad para canalizar el descontento no politizado. Esta primera parte de los resultados darían cuenta de un proceso más o menos lineal y progresivo en el deterioro de los consensos que mantenían la contestación social en un marco exclusivamente destituyente.

Como piedra en el zapato, la irrupción de Podemos ha desbloqueado un clima escéptico generalizado entre las clases populares. Inmediatamente, han saltado las alarmas en el establishment, cuya respuesta se prepara en dos frentes complementarios. El primero, apresurado y casposo, ha consistido en criminalizar al proyecto acudiendo a manipulaciones y soflamas descalificadoras de manual. Por el momento, estos ataques no han desplazado el centro de gravedad del proyecto, sino que lo han conseguido reforzar. En segundo tiempo, los resortes del régimen han puesto en marcha una maniobra de restauración, maquillaje y puesta a punto. La dimisión del Secretario General del PSOE pretende ser el primer mecanismo de freno al proceso de pasokización. Su previsible viraje simbólico hacia la izquierda buscará recuperar la percepción de antagonismo y tensión PSOE-PP. De funcionar, esta sería su opción predilecta; recuperando el turnismo de vasos comunicantes entre ambos. Sin embargo, la profecía del gobierno de concentración parece ser otra bala en la recámara, invocando fantasmas pactistas de la Transición y haciendo un llamamiento a la responsabilidad de Estado. Precisamente ha sido éste el espíritu al que se ha hecho referencia en la otra gran táctica de regeneración por arriba: la abdicación de Juan Carlos I. Minada por los diversos escándalos, la corona ya no jugaba el rol conciliador de hace unos años. Felipe VI está llamado a ser el estandarte y piedra angular del proceso de restauración, garante de la unidad territorial frente al proceso soberanista catalán, del que posiblemente hará su particular 23F.

Las vacunas de la denominada “casta” frente al surgimiento de Podemos responden conforme a la tercera ley de Newton: si un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, éste realiza otra fuerza en sentido contrario. Esto es, frente a las reivindicaciones de más transparencia y democracia exigidas por la ciudadanía, el régimen parece optar por enrocarse y dar su espalda tras un tímido amago. Empezamos a poder: de la intuición a la estrategia

Las cosas no pasan porque sí, las victorias y derrotas poseen factores determinantes. La de Podemos ha sido una victoria parcial, en tanto que ha sido capaz de manejar la tectónica de placas a favor de un terremoto que precipitara escombros de lo viejo para comenzar a levantar algunos cimientos de lo nuevo. El magma de Podemos fue, sin duda, el 15M.

No sería posible comprender el fenómeno de Podemos pretendiendo separar movimiento social y fuerza política en compartimentos estancos. Todo relato político es una historia de ritmos solapados y, en su recorrido entrelazado, lo social y lo político echan carreras de Scalextric. En 2011, el movimiento 15M desbordó el marco partidista pegando un acelerón social de contestación a la crisis. Su gramática y sus consignas fueron el germen de lo que hoy Podemos llama sentido común. Las experiencias de auto-organización reflejadas en la PAH o las mareas han ido concretando el inicio de los nuevos consensos (vivienda, educación, sanidad, etc.). Ahora, Podemos ha cogido el rebufo de las grietas abiertas por estas luchas, pero adelantarlas no sería más que un falso atajo. Hemos pasado de la impugnación intuitiva del régimen a una impugnación estratégica. Tenemos la oportunidad de convertir Podemos en parte importante del intelectual colectivo que vaya trazando el horizonte de ruptura, pero debemos tener en cuenta quién tiene las hipótesis que validarían la estrategia. Esas hipótesis las tienen y las tendrán siempre los movimientos sociales.

Conquistar qué poder y para qué

No es lo mismo ganar en sentido electoral (obtener una mayoría electoral que permita formar gobierno), ganar en sentido político (tener las capacidades y los medios para poner en práctica el programa de gobierno) y ganar en sentido social (contar con una movilización activa de la mayoría social que oriente, controle e impulse la acción de gobierno y socialice la política)”. Miguel Romero

El fenómeno Podemos ha conseguido abrir debates que hasta hoy quedaban reservados a la política-ficción. La convulsión electoral podría devolver a la izquierda una llave para conformar gobiernos. En tal caso, estos gobiernos detentarían sólo una parcela del poder político en estructuras heredadas, propias del antiguo régimen. Por tanto, después de una hipotética victoria electoral no debemos quedarnos a esperar el happy ending de un gobierno salomónico y solucionador de problemas. Para Podemos, construir una alternativa de gobierno debe ser construir una forma de sociedad en la que no decidan unos para que otros ejecuten. Esto implica una tarea compleja, la de ir ecualizando los desniveles de intervención política, colectivizando las prácticas que servirán como reflejo a las nuevas instituciones.

Todo relato político es una historia de ritmos solapados y construir este relato pasa por comprender el destiempo acompasado de un bonito jazz revolucionario.

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