HONG KONG: EPPUR SI MUOVE EL GIGANTE CHINO

Jueves 2 de octubre de 2014, por Redacción Web

El centro de la ciudad de Hong Kong lleva más de cinco días tomado por decenas de miles de personas, ya no únicamente jóvenes como en las dos primeras jornadas, enfrentándose a los gases lacrimógenos y en ocasiones extendiendo paraguas a modo de escudo autodefensa. Las redes sociales hablan de la “revolución de los paraguas”. ¿Una revolución sobre el suelo del gran estado chino?

Quizás la movilización que iniciaron los estudiantes la semana pasada no es más que un acelerado proceso de politización a través de importantes demandas de mejora en las condiciones de vida. Son los anhelos de democracia y de ser escuchad@s de las clases populares los que siguen protagonizando los estallidos en diversas partes del globo en los últimos años, inaugurando el ciclo más reciente el de plaza Taksim.

Las claves de esta chispa obedecen al rechazo a la estructura electoral que la excolonia británica recibe desde Pekín, con mayor libertad que el resto del país pero sin la autonomía que exigen los acuerdos pactados con el traspaso de soberanía desde Gran Bretaña. Hong Kong además tiene un sistema limitado de sufragio indirecto que desconocen sus vecinos y cierta libertad de prensa, límites que buscan superarse con esta movilización. Esta dualidad de marcos se conoce como “un país, dos sistemas”.

La propuesta de reforma electoral que el gobierno chino presentó a Hong Kong los últimos días de Agosto levantó un inesperado descontento generalizado, puesto que los candidatos eran propuestos desde la capital y podrían ser revocados por el estado. Este malestar se hizo indignación cuando China hizo públicas las restricciones para elegir candidatos para las elecciones de 2017. Entonces la Federación de estudiantes convocó huelga estudiantil el 22 de Septiembre y una semana de boicot a las clases.

Los comités estudiantiles cesaron toda actividad académica en un total de 26 centros de enseñanza y la manifestación del primer día se convirtió en la mayor de la década. En ella riadas de personas, en un tono festivo a la par que reivindicativo, exigieron la dimisión del jefe de gobierno local con lemas como “Autodeterminación para Hong Kong”. Se unieron a ellos grupos de profesores que compartían las reivindicaciones.

La primera reacción del Partido Comunista Chino fue minusvalorar la protesta, pero enseguida se apresuró a dar todo el apoyo al jefe de gobierno Leung, quien autorizó desde el primer momento a las fuerzas de seguridad actuar sin contemplaciones contra los alborotadores. Durante su muy controvertido mandato, sus enemigos le han acusado de estar excesivamente cerca del gobierno central de Pekín y de haber encarecido la vivienda local, una de las rémoras históricas de la antigua colonia.

A pesar de la respuesta y visto el éxito obtenido, la Federación de estudiantes pidió una audiencia con el gobernador y le plantaron un ultimátum si no atendía a sus demandas. La primera de ellas fue su dimisión inmediata e incondicional, respaldada por el inconmensurable resultado en la calle. La segunda era la celebración de unas elecciones plenamente democráticas para 2017.

Ante el cierre en banda del gobierno local, negado a hacer ningún tipo de concesión a “elementos subversivos y violentos” entre la juventud, y la amenaza persistente de mayor represión, el movimiento civil Occupy Central recogió el guante gracias a las redes sociales, pues su fundador había difundido y animado a que se acudiera a las manifestaciones estudiantiles, y se abrió una red de solidaridad que logró incorporar a sindicalistas y comerciantes de la ciudad. Hay que señalar antes de continuar con la narración de hechos que el movimiento Occupy Central ya se había apuntado varias victorias este año: dio apoyo a la huelga de trabajadores de las marcas Nike y Adidas en primavera y sus miembros lograron crear la estructura para organiza una consulta popular no oficial en la que unas 800.000 personas respaldaron la implantación del sufragio universal sin restricciones en Hong Kong. Tanto el gobierno de la ciudad como el ejecutivo de China no la reconocieron.

Las protestas a favor de medidas democráticas alcanzaron su punto más álgido este pasado Domingo cuando los manifestantes, pertrechados de paraguas pero también de mantas y materiales de acampada, lanzaron una campaña de desobediencia activa pero a la vez pacífica con el objetivo de no abandonar en ningún caso las calles ya ocupadas durante la semana de huelga y ampliar los espacios de lucha ganándolos para una protesta que se preveía larga.

Así se tomó la plaza del ayuntamiento y toda la calle de la residencia del gobernador fue bloqueada por taxistas y camioneros solidarios. Las tiendas alrededor de todo el centro financiero de Hong Kong se quedaron inmediatamente vacías para abastecer a los campamentos improvisados, los taxistas ofrecían descuento a todos los que se unían y los conductores de metro anunciaban por megafonía los avances de la movilización en el corazón de la ciudad y avisaban de paros en solidaridad. Sanitarios y carteros fueron los últimos en realizar actos de apoyo y huelgas, incluso sacerdotes.

Indudablemente la fuerte determinación juvenil, a pesar de haber sido golpead@s y protagonizar los momentos más difíciles en la resistencia callejera, ha dado a otros muchos sectores la confianza para lanzarse a Occupy Central en su ayuda entendiendo que las reivindicaciones eran comunes. La policía ha efectuado numerosas detenciones pero ni siquiera el haber perdido el contacto con líderes estudiantiles y sindicales ha logrado mermar la moral de un movimiento que va in crescendo y gana posiciones.

Una vez paralizada toda actividad en el distrito central, el paso siguiente del Lunes y Martes ha sido el bloqueo de las carreteras de acceso y la paralización en el funcionamiento diario llamando a sentadas indefinidas en la calle. El contraataque por parte del gobierno local aumentó de grado al emplear gas pimienta. De esta manera los paraguas se convirtieron en el icono homogéneo de la protesta mundializando de forma viral este símbolo.

Este Miércoles ha despertado a los manifestantes con colegios, oficinas y negocios de toda la ciudad cerrados y el parón de la actividad ha sido casi total. También se han suspendido varias actividades del gobierno local, así como los comités de la Asamblea Legislativa. Más de 48 horas después de la mayor carga policial y con el gobierno chino con la agenda descuadrada preocupado en Pekín, los estudiantes y sindicalistas se han declarado más resueltos que nunca a continuar la lucha con las barricadas levantadas.

El mar de paraguas ha seguido su impactante marcha el 1 de Octubre durante las conmemoraciones del 65 aniversario de la Proclamación de la República Popular de China por Mao Zedong en 1949, con la victoria de la revolución china. Incluso con lluvia torrencial y relámpagos durante la noche anterior, los manifestantes no se han movido, manteniendo los tres lugares principales donde se realizan concentraciones, Almirantazgo, Causeway Bay y Mong Kok, concentrando cerca de 100. 000 personas.

Lo que se había planeado como una gran fiesta, que incluyó fuegos artificiales, se convirtió en una ceremonia relámpago, que duró sólo unos minutos. Se cancelaron los fuegos artificiales y las autoridades izaron muy rápido las banderas de China y Hong Kong, mientras se cantaba velozmente el himno. La fotografía oficial muestra que las autoridades celebraron la histórica fecha brindando con champán. Muy al contrario, los jóvenes estudiantes aprovecharon su palco de primera clase para hacerse notar durante el acto dando la espalda y levantando los brazos en cruz, un signo de rechazo a la situación actual. Señalaron también sus puños desnudos con cintas amarillas, que es el color elegido por el movimiento Occupy Central. Las fuerzas de seguridad no quisieron alterar hoy el orden del ceremonial pero sí cercaron a los manifestantes.

El gobierno de Pekín, que por el momento deja llevar la iniciativa al ejecutivo local en su respuesta a las manifestaciones en el centro de Hong Kong y tantas áreas aledañas invadidas, mostró su miedo y envió a través de su ministerio de Asuntos Exteriores una carta a los consulados extranjeros para advertir que eviten las manifestaciones convocadas de apoyo al movimiento Occupy Central.

Una semana de huelga estudiantil ante una decisión política de calado pero que otras ocasiones habría sido insignificante y casi imperceptible para la burocracia del Partido Comunista Chino ha desembocado en un inesperado estallido social de las clases populares. Esto ha ocurrido en un estado que este mismo año ha visto su economía dañada por una peligrosa huelga que le ha afectado a escala internacional.

El chasquido del descontento popular sigue encontrando vías hasta ahora no transitadas y la irrupción de exigencias democráticas de las nuevas generaciones en este complejísimo mundo multipolar continúa dándonos sorpresas. Quién imaginaría que la exótica China iba a ver sacudidas sus ramas desde el centro financiero de Hong Kong. Y es que como decía Galileo, “Eppur si muove” (Y sin embargo, se mueve). La historia nos enseña que nada está escrito sino todo por escribir.

Tomás Martínez, militante de Izquierda Anticapitalista Andalucía

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