Posiciones y movimientos en año electoral

El por qué y el para qué de las elecciones andaluzas.

Lunes 6 de abril de 2015, por Jesús

Laia Facet y Lito Bareac, miembros de Revolta Global y Podem

Tras varios días masticando los resultados electorales de Andalucía y varios artículos al respecto empezamos a digerir el “¿qué ha pasado en Andalucía?” que está trastocando el “qué hacer” de Podemos. En los debates surgidos hay un cierto recalibraje de la apuesta política. Alejándonos tanto del “ya os lo dije”, como del desánimo generalizado esta es una aportación tanto de análisis como de perspectiva estratégica.

El nuevo ciclo de movilizaciones abierto por el 15M es el que ha generado el contexto para que pueda nacer Podemos. Hacer de freno movilizador, generar ilusión electoral y no apostar por la autoorganización es igual a socavar la misma base social que lo ha permitido nacer y a la que necesita para desarrollarse. La autoorganización no es un fetiche, sino la única manera de articular un sujeto de cambio social que sirva de músculo también una vez esté en las instituciones, así como la única manera de asegurar ciertas posiciones que sirvan de sistema de trincheras capaz de aguantar el envite y desde las cuales lanzar ataques. Sin embargo, la estrategia electoral seguida ha sido la del golpe de mano blanquista. En el momento en que ésta muestra sus limitaciones se pasa de una gran ilusión a una gran decepción “Nos dijeron que íbamos a ganar y no ha sido así”, por así decirlo, “nos lo hemos creído por encima de las condiciones objetivas”. No sólo se ha pinchado el suflé, sino que se ha demostrado la no linealidad de su crecimiento.

Gramsci vuelve a tener razón cuando habla del optimismo de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia. Tenemos que ser capaces de analizar y separar la propaganda de los análisis sociológicos, no en tanto que la propaganda carezca de utilidad o influencia política ya que ésta puede servir para modificar la correlación de fuerza, sino que no se trata de documentos fiables para analizar la sociedad. Diferenciar entre la caverna mediática y los centros de investigaciones sociales se hace imprescindible, hay que analizar cada uno en tanto lo que son y no en tanto lo que queremos que sean.

La batalla andaluza: del Jumanji político al jugador de Parchís.

Tomar algunos datos con una perspectiva que mantenga la mirada en la onda larga de la que venimos y sobre la que caminamos puede esclarecer algunas cuestiones, afinar el análisis y la estrategia política. En las elecciones andaluzas el aumento de la participación no llega al 5% y vemos como Podemos moviliza voto de IU y PSOE pero no logra levantar de manera decisiva el voto en la abstención que llega al 35%. Rechazando la idea de la recomposición del bipartidismo hay que tener en cuenta que el PSOE y el PP no han variado el porcentaje de voto más que en décimas respecto de las pasadas elecciones europeas del 2014. Lo que tampoco quita razón a que ambos partidos hayan perdido en torno a 700.000 votos en las elecciones andaluzas con respecto a las de hace dos legislaturas. Algo pasa.

En Andalucía la contienda se ha disputado con un PSOE bien atrincherado en sus fortines. Apuntalado por redes clientelares, creadas y cuidadas durante más de 30 años. Ha decidido el momento en el que se desarrollaría la contienda, cogiendo a Podemos a traspiés. Además, ha conseguido definir a los actores como los de fuera: los de los recortes de Madrid (PP), el partido neo-rancio catalán (C´s) y los nuevos-extraños (Podemos); con IU ni se molesta.

Un error cometido por Podemos ha sido el convencimiento de que el terreno de juego era una foto fija, que sus oponentes eran estáticos y sólo él era el que iba a mover ficha. Detrás de la frase “Hemos ocupado la centralidad del tablero” parece haberse escondido un apéndice: “somos los únicos que jugamos”. En la contienda electoral nadie se queda en casa y los movimientos están enmarcados, el Jumanji deviene parchís. Con el proceso electoral de Andalucía nos hemos dado cuenta de la existencia de la niebla de guerra, es decir, todos aquellos factores que no conocemos ni controlamos pero que constituyen, al menos, dos tercios de los condicionantes de la partida. A éstos hay que sumarle la inexperiencia de nuestro contingente, el desconocimiento de la dirección de quienes son las bases, un terreno para el que nuestra maquinaria bélica no está preparada y unos mariscales de campo que dialogan más con las encuestas que con la realidad.

Esta falta de diálogo ha hecho cometer a Podemos otro error, no saber tomar el pulso a la heterogeneidad de la población andaluza. Aproximadamente la mitad de ella vive en municipios inferiores a 50.000 habitantes, sin embargo, la mayoría de las intervenciones mediáticas que se hacen por parte de Podemos se dan en ámbito estatal (la Sexta, Cuatro, etc.) interpelando fundamentalmente a sectores más urbanos de la población. Por otra parte, Podemos ha descuidado su implantación en pueblos y municipios de menor tamaño donde las redes clientelares son más difíciles de romper y en las que sin una construcción orgánica en el territorio se hace imposible. Por ejemplo, en territorios con estructuras socio-económicas similares como la Bahía de Cadiz y la Bahía de Algeciras, podemos ver ciertas diferencias. En la primera, Podemos mantiene una vinculación orgánica en la sociedad y el resultado ha sido un éxito, a diferencia de la segunda donde los resultados se encuentran dentro de la media. Otra muestra es el caso de dos municipios vecinos como Torreperogil y Úbeda, el menor de éstos que cuenta con una mayor implantación de Podemos es el que ha conseguido sacar mejor resultado, relativizando la cuestión campo-ciudad del voto, lo mismo pasaría con la comparación entre El Coronil y Utrera. Por ello se hace imprescindible territorializar el proyecto y menterse en todo el barro de la sociedad civil.

Posibles movimientos en el campo estatal.

Evidentemente hay más factores que han condicionado los resultados de las elecciones andaluzas. Uno de ellos ha sido el desgaste de Podemos con el ruido de la corrupción por el caso Errejon, Monedero, etc. que ha sido llevado a la caverna mediática desde una posición paternalista presentando a esta formación de forma paradójica: por un lado, como un partido ingenuo en tanto que nuevo y menor; por otro lado, como a un partido más, igual de corruptible que el resto, igual de vertical que el resto, etc. En este sentido la patronal ha impulsado a C’s como forma de canalizar parte del voto descontento del PP y de una malograda UPyD. Una apuesta que convierta el voto descontento en transformismo, frenando la apuesta por el cambio. Con los resultados obtenidos en las andaluzas C’s puede presentarse como una alternativa estatal realista con una retórica ciudadanista, a favor de la transparencia y de la nueva gestión, cuando hasta ahora sólo suponía una fuerza de ámbito regional. Estos nueve escaños suponen un salto cualitativo para C’s y una palanca para su intervención estatal.

Sin extrapolar la realidad del PSOE-A al resto del estado, el proceso de pasokización de la formación sigue sin estar claro. A nivel autonómico puede seguir jugando a ser la alternativa creíble y madura frente a los recortes de Madrid y ninguneando al resto de fuerzas políticas.

El PP a nivel estatal jugará a sacará rédito de las autonómicas catalanas, que serán dos meses antes de las elecciones generales. Usará la “secesión” catalana como espantapájaros y en menor medida buscará legitimarse con alguna mejora del paro, más propia del ciclo trimestral que de una dinámica real, así como de algún dato macroeconómico más que engañoso. Mientras tanto, CiU seguirá abanderando el proceso de independencia catalán de manera táctica, haciéndose a su vez la víctima de los recortes de Madrid, como si CiU no fuera la alumna aventajada de la Troika y sin plantear una apuesta real por una solución democrática en clave emancipatoria. Por tanto, para desmantelar al PP a nivel estatal y a CiU a nivel catalán habrá que dar centralidad a la cuestión social que podrá ser la única de arrebatar la dirección del proceso soberanista a CiU y de abrir la posibilidad de un nuevo proceso constituyente en Catalunya. Si la CUP mantiene la tensión dentro-fuera en vez de la tensión abajo-arriba se estará cavando su propio nicho electoral. Podem deberá construirse con un perfil propio en Catalunya y como agente impulsor de la batalla social con capacidad de tender lazos con la sociedad catalana y sus organizaciones, si no acabará reducido a un Partido-sucursal, como el PP de Catalunya, incapaz de hacer política y rescatando votos para las generales.

Caminar con lupa y prismático en mano.

En este ciclo electoral tan corto e intenso habrá que batallar para romper con la cultura del pacto heredera de la transición. En Catalunya asistiremos a la cantarella “hay que formar el gobierno de país” en el que CiU seguirá surfeando su desgaste, presionando a los sectores de su izquierda y anulando las demandas en clave social constitutivas de todo proyecto nacional. En Andalucía el estribillo está siendo el trillado “hay que formar gobierno” del PSOE, un tintineo que refuerza la tendencia a un bipartidismo imperfecto y que pretende responsabilizar de la formación de gobierno a Podemos. La estrategia pasa por re-enfocar en quién tiene la responsabilidad y a quién se debe la misma. En ambos casos, es esa cultura política de la gobernabilidad la que refuerza el régimen del 78 y les permite mantenerse como los máximos beneficiaros del cierre de la estructura de oportunidades políticas. La discusión no debe ser sobre votos ni sillones, sino sobre las necesidades sociales y un programa político con todas las cartas sobre la mesa de manera transparente a toda la población.

Salir de la cultura del pacto pasa por romper con el iluminismo de los partidos que gobiernan “para el pueblo” y trabajar para ser pueblo gobernando. Mantener una mirada que combine la realidad del ciclo en el que nos encontramos inmersas con sus tensiones, sus fechas y sus urgencias con la realidad en la que se enmarca todo eso. Es decir, tener la capacidad de mantener la mirada en el campo de batalla y en los mapas de las potencias beligerantes. Para qué nos presentamos a unas elecciones, para qué queremos ganar, para qué queremos autoorganizarnos. Habrá que saber mirar con lupa y prismático los tiempos y espacios. Sólo con una perspectiva dialéctica conseguiremos responder a ello sin perder de vista nuestros objetivos: la construcción de un nuevo tipo de sociedad donde los intereses de las clases populares prevalezcan sobre los intereses de unos pocos para mantener sus beneficios.

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