Rommy Arce, la primera edil inmigrante del Ayuntamiento de Madrid

Sábado 30 de mayo de 2015, por Jesús

Ray Sánchez | Elmundo.es

"Haremos políticas inclusivas", asegura la joven, de origen peruano. Rommy Arce (Lima, 1977) vive en Vallecas, es universitaria y trabaja en el sector público. Antes se curtió en los centros sociales, estuvo en Sol durante el 15-M, es sindicalista de CCOO, y milita en Anticapitalistas y forma parte de un círculo de Podemos. Menuda y de amplía sonrisa, representa el arquetipo de la «gente normal haciendo política» que integra Ahora Madrid, la candidatura de confluencia encabezada por Manuela Carmena que dio la sorpresa el pasado domingo electoral al obtener 20 concejales en el Ayuntamiento de Madrid.

Sin embargo, algo distingue a Rommy de todos sus compañeros, también del resto de ediles con los que compartirá Pleno. Rommy es inmigrante, y será la primera concejala del Ayuntamiento de Madrid con origen extranjero.

«La verdad es que no lo había pensado, y me sorprende ser la primera, porque la población migrante lleva casi 40 años en Madrid. Es fruto de un proceso natural de participación que debe promoverse, y creo que cada vez hay más inmigrantes involucrados». Su historia es la de tantas familias latinoamericanas que aterrizaron en la capital buscando prosperidad.

«Llegué a España con 15 años, junto a mi madre y mi hermano. Teníamos una situación insostenible allí, sin trabajo, y nos endeudamos para viajar y emprender una nueva vida». La próxima concejala no tiene reparos en desvelar que en su currículum figuran trabajos de limpieza, jornadas de hostelería y horas como empleada de servicio doméstico en los que no acumuló ni un día de cotización.

Pero también una licenciatura en Historia del Arte, una diplomatura en Documentación y un máster como corona académica. «Un ejemplo claro de mi generación, la titulitis», cuenta riendo. Aunque para obtener los títulos pasara penurias. Interrumpió sus estudios por problemas económicos. Las becas le tardaron en llegar: no tenía derecho por su situación irregular y tardó diez años en obtener la nacionalidad española. «Mi historia no es nada diferente a la de cualquier otra persona», asegura esta limeña de Vallecas fija en su Batalla Naval, madrileña de los Andes aficionada a los bocatas de calamares y que disfruta de la verbena de la Paloma. «Me gusta lo mismo un ceviche que una paella, soy feliz con mi identidad múltiple».

Bibliotecaria por oposición en la Universidad Complutense y delegada sindical de CCOO, lo excepcional de su trayectoria es su temprano activismo, poco frecuente en una adolescente tras el desarraigo. «El inmigrante, por lo general, tiende a invisibilizarse: solo un siete por ciento de los peruanos en el extranjero están vinculados a una asociación política o cultural. Aquí uno tarda mucho en encontrar su espacio político».

Ella lo buscó en el centro okupa El Laboratorio de Lavapiés. También en la asociación Escritores por el Sáhara-Bubisher, que la llevó a montar una biblioteca en los campamentos del Polisario. Después llegaría la primavera de Sol y la eclosión de Podemos. «Entendimos en aquel momento que era necesario hacer el asalto a las instituciones». Dicho y hecho, el próximo 13 de junio tendrá el acta de concejal. Y lo que venga. «Me haría ilusión ser concejala de Puente Vallecas pero nunca podré competir con Paco Pérez (director de la televisión Tele K, y también concejal electo), pero hay muchos sitios donde aportar y me gustaría trabajar en las políticas de migración, porque lamentablemente partimos de cero; el Ayuntamiento no ha hecho nada».

Arce no se atribuye la portavocía de los extranjeros de Madrid, más de 400.000 según el padrón de 2014. «Seré voz de la población migrante si la población migrante quiere, porque es un colectivo heterogéneo y eso hay que ponerlo en valor». Pero tiene sus prioridades: acabar con las redadas y las expulsiones exprés. Si pudiera, también con el sórdido CIE de Aluche «Como dice Manuela, Madrid debe ser una ciudad del abrazo, de la acogida, y desde el Ayuntamiento debemos promover políticas inclusivas para evitar realidades como las que se viven Francia o Inglaterra».

Habla con discurso de gobierno, porque no cree en el fantasma del tamayazo. «Ninguno va a ser un tránsfuga, me juego las dos manos por todos mis compañeros», afirma rotunda. «Podemos y debemos gobernar para acabar con esta época oscura de los 25 años del Partido Popular». Casi tantos como los que lleva ella ejerciendo de madrileña.

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