8M: ¡Hasta el coño, lo paramos todo!

Este 8 de Marzo, precedido por las movilizaciones internacionales de la Women`s March y las masivas luchas en América Latina, se ha extendido el llamamiento para un paro de mujeres. Un paro para demostrar que sin nosotras el mundo no tira. Un paro que denuncie la impunidad con la que opera el machismo en todo el mundo. Somos nosotras, las invisibles, las que ponemos rostro a la precariedad y la pobreza, las que cuidamos, limpiamos, cocinamos y velamos por el bienestar de los nuestros, las que hemos visto recortados nuestros derechos y desmanteladas las pocas conquistas conseguidas para lograr esa igualdad real, fuera y dentro de casa, las primeras en ser recortadas o privatizadas. Nosotras, las que seguimos siendo objetos en la publicidad, las que estamos siendo humilladas, violadas y asesinadas un día sí y otro también. Somos nosotras las que este 8M decimos que si nuestras vidas valen menos, que produzcan sin nosotras.

Sin nosotras no giraría el mundo. Somos nosotras las encargadas del trabajo reproductivo y de cuidados, esa parte de la economía que el capitalismo no reconoce e invisibiliza como condición necesaria para sobrevivir. Capitalismo y patriarcado se unen para someternos, apropiarse de nuestrotrabajo, de nuestro tiempo, de nuestros cuerpos y de nuestras vidas. Es por esa razón por la que nos presionan para ser madres desde pequeñas, es por lo que nos concentramos en sectores ligados a tareas de cuidados, es por lo que chocamos con el techo de cristal, es por lo que somos nosotras las que pedimos la reducción de jornada para conciliar... El capitalismo, aún más en crisis, recurre al patriarcado, para intentar poner orden en su desorden, como forma de resolver su incapacidad para garantizar el bienestar. Sin embargo, sus beneficios y nuestras vidas no son compatibles.

El 8M salimos a las calles hartas de pagar sus platos rotos porque estamos hasta el coño. Este 8M paramos para recordar que nuestros cuerpos y nuestras vidas son nuestras y no territorio de conquista y explotación. Desde un feminismo anticapitalista no sólo podemos parar el mundo sino hacer que gire en sentido contrario, rompiendo con el ajuste de tuercas que suponen las políticas neoliberales, no pagando deudas que no nos pertenecen, poniendo en el centro de la política nuestras vidas, nuestro bienestar, siendo conscientes de que la democracia empieza en casa, en el reparto de tareas, y sigue en el trabajo, en el barrio, en las aulas y en las calles. ¡El 8M lo paramos todo!