Los siete dilemas de 2016

Manuel Garí || Publico.es

Economista

La composición del parlamento español tras el 20 D, la larga crisis de la oferta de Más para formar gobierno en Catalunya rechazada nuevamente por la CUP y la celebración de elecciones autonómicas  en la Comunidad Vasca tras el terremoto que ha experimentado recientemente su mapa político-electoral con el sorpasso de Podemos respecto a las opciones nacionalistas, abren un periodo caracterizado por un frágil e inestable equilibrio institucional en el marco de una elevada inestabilidad y volatilidad política que nos plantea varios dilemas.

Primero. ¿El objetivo político central es asegurar la gobernabilidad de España para evitar, como dice De Guindos, atemorizar a los mercados manteniendo el statu quo institucional en los términos que interesan al IBEX 35, lo que comporta un gobierno apoyado por las fuerzas del régimen del 78, o, por el contrario, el objetivo debe ser la configuración de un nuevo escenario político que abra nuevas oportunidades para los intereses de la mayoría social aprovechando la debilidad y desconcierto de las fuerzas del régimen?

Segundo. ¿Podemos desalojar al PP de las instituciones como partido más votado esperando un crecimiento, cual fruta madura, del electorado de Podemos sobre la base de meros movimientos tácticos que permitan una gradual acumulación de fuerzas -dando ocasión a la derecha del PSOE para recomponer su descompuesta figura- o debemos “mover de nuevo ficha” rápidamente creando las condiciones de una gran confluencia estratégica de la izquierda y las fuerzas del cambio -como propone Julio Anguita- lo que permitiría una nueva hegemonía y dirección política y electoral del movimiento popular?

Tercero. Las candidaturas de unidad popular obtuvieron en las municipales un gran éxito logrando el gobierno de importantes ayuntamientos (que hemos apellidado no sin razón “por el cambio”) configurándose como un nuevo sujeto político en el cambiante escenario que vivimos. Por su parte Podemos y las confluencias En Comú, En Marea y la coalición con Compromis han dado un gran paso y van tener nuevas responsabilidades y retos en una nueva y apasionante experiencia conjunta. Por ello teniendo en cuenta la configuración plurinacional del Estado español que afecta también a la identidad, composición y tareas de las fuerzas del cambio que, a su vez son sumamente pluralistas, la existencia de importantes fuerzas de izquierda nacionalista en Euskalherria y la CUP en Catalunya, y el declive de la vieja fórmula IU –en la que todavía militan algunos sectores de activistas en ruptura con la lógica del régimen del 78 y con los que podemos compartir ilusiones y objetivos-  ¿no será conveniente ir adecuando la construcción de la alternativa del cambio en la que términos de federaciones nacionales y regionales que confluyan en una “confederación de la izquierda”?

Cuarto. En el caso de que las propuestas de objetivos (prefiero como a Ada Colau este término al de “líneas rojas”) que las fuerzas del cambio han planteado al resto -tales como medidas contra la emergencia social, derecho a decidir en las nacionalidades, blindaje de derechos, cambio en sistema electoral, etc.- no sean asumidas ¿nos enzarzamos en una negociación de élites o nos preparamos para el probable escenario de una nuevas elecciones anticipadas en las que el pueblo tenga la palabra?

Quinto. Conocida la actual composición del Senado en el que el PP tiene el 59% de escaños con el 28% del voto emitido ¿es razonable pensar que se puede reformar la Constitución o, por el contrario, dadas las competencias de esta inútil Cámara junto a los porcentajes exigidos en el Parlamento para las modificaciones sustantivas del texto constitucional, la propia Constitución del 78 se hizo a sí misma irreformable? Y, por tanto, ¿nuestro objetivo debe ser “recuperar” las instituciones para el pueblo –que por cierto jamás fue propietario de las mismas- mediante una reforma constitucional pactada con las fuerzas del régimen o la orientación debe ser impulsar de nuevo una política “destituyente” como la iniciada por el 15 M para impulsar los procesos constituyentes?  Cuestiones que se resumen en una: ¿qué necesitamos: reformar el articulado de la Constitución del 78 o necesitamos otra Constitución?

Sexto. ¿Es posible un cambio de fondo en el sistema político, los vectores que los sustentan  y las reglas de juego impuestas sin hacer realidad la solidaridad efectiva entre los pueblos que configuran el actual Estado mediante la defensa inequívoca del derecho a decidir en las naciones que lo componen sin coacciones ni cortapisas?

Séptimo. Hemos de prepararnos para el horizonte de un gobierno de izquierdas (mejor no especular con los plazos), lo que conlleva que nos preguntemos ¿podemos cambiar la piel política del país “sorteando” temas tan centrales para un gobierno del cambio como el artículo 135 de la Constitución, la imposibilidad de pagar la creciente deuda pública, la exigencia de la titularidad y control público de dos importantes “mercancías”: el dinero  y la energía (o sea de la banca y de las grandes corporaciones del oligopolio energético) para poder hacer una política económica soberana y a favor de las clases subalternas? Más pronto que tarde hay que hacer frente a la intervención de los garantes del Plan de Estabilidad y la ortodoxia monetaria y fiscal austeritarias del ordoliberalismo: la Troika. La firmeza y valentía del gobierno ante las presiones (recordemos Grecia) deben estar acompañadas de iniciativa y capacidad de anticipación en la adopción de las medidas necesarias y muy importante: contar con una ciudadanía, viva, activa y auto organizada con vocación de ejercer la democracia día a día, gobierne quien gobierne.