Un 1 de Mayo rojo, verde y violeta

Comunicado de Anticapitalistas

El Primero de Mayo es una jornada histórica de conmemoración de las luchas obreras, un día en el que se recuerdan y reivindican los momentos de lucha que han traído todos y cada uno de los derechos que el pueblo trabajador disfruta y defiende. En tiempos de un neoliberalismo extremo que muestra la forma más salvaje del capitalismo, es más importante que nunca recordar que cada derecho se peleó en la calle y que nunca las clases dominantes cedieron nada que no fuera conquistado por la relación de fuerzas entre trabajo y capital.

Nos acercamos a este primero de mayo con la sensación contradictoria de encontrarnos en un momento de reflujo de en el terreno político, con los viejos partidos recuperando terreno y, al mismo tiempo, la aparición progresiva nuevas luchas, también las laborales. Los efectos de una crisis han provocado en el capital una voracidad cada vez mayor que, como siempre, se muestra en la explotación cada vez más salvaje de trabajo y naturaleza. Analizar las nuevas y viejas formas de explotación, así como apoyar y construir lo político desde cada una de estas luchas sigue siendo una tarea imprescindible de las y los revolucionarios.

Pero este hilo rojo lleva años entrelazándose con el hilo verde y el morado. El feminismo aporta una reivindicación central al poner de manifiesto como el sesgo de género se agrega al de clase y hace recaer sobre las mujeres de todo el planeta los cuidados y, en sentido amplio, todo el trabajo reproductivo no pagado sin el cual el capitalismo colapsaría. La ecología política ha efectuado una aportación paralela al proyecto socialista, al señalar como la explotación de la naturaleza ha funcionado bajo el marco de extracción de rendimientos y descarte de todo lo que no produce beneficio capitalista.

Ecología, feminismo y clase son los tres ejes claves para luchar hoy por una alternativa pos-capitalista, en la medida en la que ambas tienden a poner en primer plano dos esferas que son imprescindibles para la sociedad, el trabajo reproductivo que mantiene la vida y el cuidado de la naturaleza en la que esa vida se desarrolla.

Unir las tres luchas es posible bajo un marco común: desmercantilizar la vida, plantear la revolución feminista y ecosocialista. El trabajo es la herramienta imprescindible para relacionarnos entre nosotras y con la naturaleza, dado que todas las relaciones en las que estamos inmersas exigen tareas de acompañamiento, cuidado, apropiación y reproducción. Sin embargo, el capitalismo es cada vez más incompatible con la vida: sólo los intereses de las clases populares pueden ser la guía de una sociedad justa, porque sólo ellos son extensibles al conjunto de la especie.

Con el siglo XXI ya acercándose a su primer cuarto, vivimos inmersas en tres crisis: crisis de cuidados, crisis ecológica, crisis del trabajo. Cada una de estas crisis encuentra su reverso en la aportación política de la lucha feminista, la lucha ecosocial y la lucha laboral. Recuperar y entrelazar las propuestas de estos tres ejes es, por lo tanto, la tarea revolucionaria sobre la que alzar un nuevo horizonte socialista: reparto de trabajo y de la renta, socialización de los cuidados, creación de empleos socialmente útiles, una economía planificada colectivamente, que combinada con formas de cooperativismo y auto-gestión radicalice la democracia y nos permita aspirar a una vida socialmente justa y ecológicamente viable.