Antonio Gil in memoriam

Pepe Gutiérrez Álvarez | La noche del pasado viernes falleció nuestro camarada y amigo Antonio Gil, uno de los más veteranos militantes de la Cuarta Internacional en el Estado español. Universitario que, junto con su “alter ego” Diosdado Toledano, deja los estudios para trabajar en el seno del movimiento obrero, concretamente en la SEAT, donde siempre representó al sector más combativo. Antonio estuvo igualmente en la creación de la LCR cuya orientación sindical representó con una persistencia a prueba de bombas durante décadas… Fue uno de los animadores de la Izquierda sindical en los años ochenta, de la Corriente crítica en la década siguiente. El historial de la lucha de la SEAT, así como de otras empresas que requirieron la solidaridad, cuenta con numerosas páginas con nombre y con sus actos como agitador y negociador duro. Era amante de contar aquellas batallas, y en alguna ocasión hablamos de hacer un libro con entrevistas sobre todo aquello. Sobre unos tiempos que le llevaron a representar a Comisiones Obreras en una asamblea multitudinaria en la FIAT en Italia [durante la mítica huelga de los 30 días de 1980], un momento único que le llevaba a creer que quienes han contemplado el directo la voluntad transformadora de miles de trabajadores gritando contra el capitalismo y el franquismo, nunca dejaría de creer que la victoria era posible. En los noventa militó en EUiA y en la reconstrucción de la sección española aunque al final acabó distanciándose sin que ello significara el menor problema en lo personal, en una amistad que los que lo tratamos reconocemos por su integridad y franqueza.

También por ciertas características personales, la del amante del buen vino, de reírse del lucero del alba y la de hablar y discutir hasta dejarnos agotados. Su entrega hizo que se olvidara de su salud y tuvo problemas muy serios con la vista. Finalmente, ha fallecido después de una lucha agotadora con sus enfermedades. Ha dejado atrás una extensísima lista de camaradas de una lucha que se remonta a la mitad de los años sesenta, cuando comenzó a despertar una juventud que se enfrentó contra la dictadura como luego lo haría con el régimen de la Transición. Su biografía es inseparable de la de su compañera Carmen, y de amigos como Diosdado, Juan Montero, Anna Gabarró y tantos otros y otras. Esta tarde [sábado 9], en la reunión de Anticapitalistes, le hemos rendido un pequeño homenaje y un minuto de silencio, pero tiempo habrá para hacer algo por que su recuerdo no se borre de la historia de un movimiento obrero “como los de antes”, al que sirvió de cuerpo y alma. Adiós Antonio, quedarás en la memoria de todos los que te conocimos…

Con todos sus rasgos tan personales, tan maños, Antonio era uno de los mejores líderes obreros que hemos tratado y conocido. Mi última imagen suya era la de alguien que se levantaba y pedía la palabra en el último minuto para perfilar un último detalle porque todo era muy importante, fue en el cuadro del 15-M en un receso de una de aquellas grandes manifestaciones que nos quietaron polvo y años de encima. Hablaba en su nombre y en el de los suyos en todas las tribunas. Exigía su tiempo para afilar tal o cual propuesta. En ocasiones más familiares, la broma era, “Leñe, Antonio te comes todas las palabras”. Era pura vehemencia, pero también reflexión. Tenía una buena artillería forjada desde la primera juventud cuando optó por algo tan raro entonces como el trotskismo. Esto era para él predicar con el ejemplo: nunca ni nadie le podrá acusar de haber sido algo parecido a un burócrata. Por el contrario: era la pesadilla de los burócratas.

Creo que no deja de resultar significativo que la primera opción política de Antonio Gil Diosdado -así le llamaban algunos despistados tanto en CCOO como en la CGT de la SEAT- fuese la IV Internacional… Concretamente en la primera propuesta que emerge en el Estado español: la de Juan Posadas que en un principio era simplemente la más voluntarista y proclamatoria. En ella figuraron primeras espadas de la lucha universitaria como Jordi Dauder y Lucía González, compañera de Jaime Pastor. Todos ellos acabaron en la LCR desde el año 0. Antonio, además, estuvo muy involucrado en el perfil internacionalista de las luchas obreras. Militante integral, su rastro se puede encontrar en toda clase de plataformas, por ejemplo en la de ATUREM LA GUERRA. Recuerdo unas fotos parecidas en el dominical de “El País” casi como un señor mayor al lado del grupo animador junto con Francesc Tubau, Pilar Botey, una bisoña Esther Vivas y otros.

En los años setenta-ochenta, Antonio formó parte de un plantel de militantes obreros de la Liga que fueron la pesadilla de los funcionarios que creían convencernos de que ya estaba todo hecho, de que la democracia era el final y no, como le correspondía, solamente el principio. Sin lugar a dudas, Antonio fue uno de los rostros más duros y conocidos. Han pasado los años, en los que a aquel grupo de la izquierda sindical le ha pasado de todo. Algunos como Johnny, Diosdado, Roque y tantos otros y otras siguen ahí, ahora con los achaques; a otros se los ha tragado la vida personal, las distancias. Otros, como José Borrás y Antonio han muerto. Algunos se olvidaron de los sueños y se colocaron… muy pocos. Antonio ha muerto con la conciencia de clase y personal limpia. Lo que se dice limpia… Ha muerto porque ya no podía vivir, y nos ha dejado las huellas de una página del internacionalismo proletario y de la cultura obrera marxista de la que no podemos prescindir...