Idalberto Ferrera Acosta (1918-2013), trotskysta cubano

Lunes 29 de julio de 2013, por Mar

Eric Toussaint [1]

El pasado 2 de julio de 2013 fallecía en La Habana Idalberto Ferrera Acosta a la edad de 95 años. Idalberto consagró toda su vida a la revolución. En 1933-1934 se unió al Partido Bolchevique Leninista, la organización trotskysta cubana. Militó hasta el triunfo de la revolución en el movimiento sindical y político de Guantánamo y de Santiago de Cuba. La actividad de los trotskystas cubanos fue muy importante durante los años 1930 pues tenían una influencia significativa en el movimiento obrero en varias regiones de Cuba, en particular en el este (Guantánamo, donde se encuentra la base naval del ejército de los Estados Unidos, y en Santiago de Cuba) y en La Habana[2]. Idalberto Ferrera aportó una contribución activa. En Guantánamo, durante los años 1950, con su compañera Guarina Ramírez y sus tres hijos (Juan León, Ricardo e Idalberto), se incorporó a la lucha política y armada dirigida por el Movimiento del 26 de julio (M26J)[3]. En su casa, situada en el nº 1453 de la Calle de Manuel de Céspedes en Guantánamo, se desarrollaban regularmente reuniones del movimiento clandestino M-26. Idalberto, su familia y sus camaradas participaron con entusiasmo en los primeros años de la Revolución a la vez que defendían abiertamente sus posiciones trotskystas. La cuestión de la autoorganización del pueblo, de la libertad de organización y de profundización de los cambios estructurales revolucionarios estaban en el centro de su combate.

En 1960 o 1961 se instaló con su familia en el barrio popular de la Vieja Habana, en un apartamento modesto de la calle Monte donde ha vivido hasta el fin de sus días. Idalberto Ferrera y un grupo de trotskystas cubanos reconstituyeron una organización trotskysta de nombre Partido Obrero Revolucionario (Trotskysta). La actividad de ese partido era legal al comienzo. Sus militantes se implicaron en tareas de producción (en la agricultura y la industria) y de defensa de la revolución cubana. El POR (T) recibió el apoyo de militantes latinoamericanos que llegaron a aportar su apoyo a la revolución cubana. En esa época, Idalberto Ferrera era el secretario general del POR(T) que editaba el periódico Voz Proletaria. El POR (T) estaba afiliado a una organización trotskysta internacional: la Cuarta internacional posadista. Dicha organización había roto anteriormente con el Secretariado Internacional de la IVª Internacional dirigida entonces principalmente por Michel Pablo, Ernest Mandel, Pierre Frank y Livio Maitan.

En 1962, la Cuarta Internacional posadista y el POR(T) tomaron una posición extrema con ocasión de la crisis de los misiles demandando a la dirección cubana y a la URSS lanzar un ataque nuclear contra los EEUU a fin de destruir el imperialismo. Ese llamamiento fue difundido en toda la prensa de la internacional posadista así como en un número especial del órgano trotskysta cubano Voz Proletaria[4] (título: “Que el ejército soviético aseste el primer golpe”, La Habana 23 de octubre de 1962).

En 1962-1963, en varias ocasiones, Idalberto Ferrera y sus camaradas tanto en La Habana como en Guantanamo fueron víctimas de intimidaciones de parte de la policía instigada por el PSP, el partido estalinista que ganaba influencia en el aparato del estado y atacaba a los trotskistas como enemigos de la revolución.

José Lungarzo (obrero metalúrgico y trotskysta argentino) fue detenido el 30 de octubre de 1962 y expulsado hacia Argentina el 21 de diciembre de 1962.

Finalmente el POR(T) fue prohibido en 1965.

En Marzo 1965, condenados a varios años de prisión, varios camaradas de Idalberto Ferrera Acosta, incluyendo a uno de sus hijos, Idalberto Ferrera Ramirez, fueron liberados tras unos meses de detención[5]. Entre las causas concretas del encarcelamiento: la publicación de la edición cubana de la Revolución Traicionada de Trotsky y la actividad del PORT. Che Guevara, de vuelta de África, intervino a favor de los trotskystas y obtuvo su liberación. El Che impuso una condición: la disolución del PORT.

El mismo año, la prensa de la internacional posadista afirmaba que el Che había sido muerto en Cuba[6]. Juan Posadas persistía en esa acusación en 1967 afirmando que "Guevara no ha muerto en Bolivia"[7]. Evidentemente esas acusaciones tan graves y sin fundamento no podían sino complicar la situación de los trotskystas posadistas en Cuba.

Durante los años 1970, las presiones de la URSS y de sus partidarios en Cuba eran muy fuertes en numerosos terrenos. En 1973, Idalberto, su hijo Juan Leon y Jesús Andrés Vázquez fueron de nuevo condenados.

El acta de acusación del Ministerio Público en el Tribunal Revolucionario nº 1 contra Idalberto Ferrera Acosta, Juan León Ferrera (uno de sus tres hijos) y Jesús Andrés Vázquez dice lo siguiente: “Los procesados (...) formaban parte del buró político del llamado “Partido Obrero Revolucionario Trotskista”, constituyendo su labor principal la elaboración y reproducción de propaganda trotskista de carácter diversionista y difamatoria contra el Partido Comunista de Cuba y el comandante Fidel Castro Ruz, creación de células trotskistas en el interior de la república, actividades de proselitismo para captar nuevos militantes y simpatizantes, así como estrecha vinculación con la Cuarta Internacional Trotskista Posadista en el exterior, de quien recibían orientaciones para el cumplimiento de las actividades, respondiendo plenamente a la antes referida. Recibían del exterior todo tipo de propaganda trotskista a la vez que enviaban a las distintas secciones de la Cuarta Internacional Trotskista Posadista información política y económica del país, lo que conlleva como fin el debilitamiento ideológico y crear la confusión en la línea marxista leninista del Partido Comunista Cubano como órgano dirigente dela Revolución Cubana. Así como crear conflictos y divergencias entre Cuba y los países socialistas encabezados por la Unión Sovética, contra los cuales dirigían todo tipo de infundios y calumnias, tachando a los partidos Comunistas, tanto de Cuba como de otros países, de castas burocráticas que gobernaban en función de sus intereses, explotando a la clase obrera”[8].

Fue en 1993 cuando conocí a Idalberto Ferrera, su compañera Guarina, sus hijos Juan León y Ricardo, así como a sus nietos. Seguían viviendo en Calle Monte a un tiro de piedra de la estación del Este que une La Habana a Santiago. Tenía entonces 75 años y no había perdido nada de su convicción revolucionaria. Estaba en contacto regular con compañeros trotskystas de muchos años en particular en el Este de la isla (Santiago y Guantánamo) y escribía, igual que su hijo Juan León, textos de análisis. La dirección castrista había lanzado desde antes de la caída del muro de Berlín un movimiento de rectificación. Idalberto y Juan León dirigían regularmente propuestas al Comité Central del Partido Comunista cubano a fin de hacer frente a la crisis. Me mostraron los acuses de recibo que recibían del secretariado del Comité Central.

He vuelto a ver casi todos los años a Idalberto, Guarina, Juan León y otros miembros de su familia hasta 2011. En cada uno de nuestros encuentros, Idalberto comentaba la situación política internacional, intentaba analizar en ella todo lo que podía reforzar posibles victorias revolucionarias. Normalmente no estábamos de acuerdo sobre la apreciación de las luchas pues yo estimaba que tenía tendencia a embellecerlas. Estaba ávido de recibir informaciones sobre la evolución de las organizaciones trotskystas en el mundo. Recibía muy regularmente a camaradas de diferentes partes del mundo. Era infatigable: en 2000, con 82 años, me acuerdo que trabajaba cinco tardes por semana como telefonista. Él y su familia han vivido siempre modestamente. Vivían y actuaban para la acción política y para la emancipación social. Estaban muy preocupados por el peso de la burocracia en Cuba y los obstáculos que impedían la realización de una auténtica experiencia socialista en la isla. En 2008, si mi memoria es buena, pudo salir por primera vez de la isla (tenía 90 años) a fin de acudir en el mes de agosto a Caracas para participar en un homenaje a León Trotsky, organizado con el apoyo del gobierno de Hugo Chávez.

Entre los elementos biográficos que me contó, uno de ellos me ha parecido que refleja en particular tanto su compromiso político como las especificidades del proceso cubano. Me explicó que sus años de prisión en los años 1960 figuraban entre sus experiencias más apasionantes. Había sido encarcelado en La Cabaña (fortaleza de La Habana que data del siglo XVIII) con varios de sus compañeros y, decía, centenares de presos de derechas. En tanto que militante injustamente encarcelado, Idalberto luchaba en la prisión por defender y reforzar la revolución en curso. Fue así como independientemente de las autoridades de la prisión, realizaba, con sus compañeros, conferencias de formación y de debate en defensa de la revolución. Ocurrió, decía, que más de cien prisioneros llegaran a participar. Presionaba también para que los prisioneros pudieran trabajar por la revolución, en los campos o donde pudieran ser útiles. Con su acción, Idalberto y sus camaradas intentaban convencer a los condenados indecisos de las ideas revolucionarias. Y, según Idalberto, era una acción coronada por el éxito.

Subrayaba que, al mismo tiempo, los cursos de reeducación organizados por las autoridades de la prisión eran un fracaso. El eco de la acción de Idalberto y de sus camaradas era tal que los presos de derechas y contrarrevolucionarios comenzaron a amenazar físicamente a los trotskystas acusados de ser castristas infiltrados. Un día, el director de la prisión reunió a todos los presos en el patio, hizo subir a Idalberto a su lado y se dirigió a los presos de derechas amenazándoles con represalias si tocaban un pelo del camarada trotskysta Idalberto Ferrera cuyo valor de militante reconocía frente a los “verdaderos” traidores a la patria. Idalberto acabó de contarme esta anécdota diciéndome: “Es la diferencia entre el gulag estalinista y la prisión castrista”. La historia que me contó Idalberto a finales de los años 1990 está quizá un poco adornada, pero Juan León me confirmó lo que decía su padre.

Al final de su vida, Idalberto no había abandonado su espíritu crítico respecto al régimen cubano ni su combate por la emancipación de los pueblos. Estaba convencido de que hay que defender las conquistas de la revolución cubana profundizándolas, lo que implica luchar contra la burocracia. Hizo errores de apreciación, la posición en el momento de la crisis de los misiles de octubre de 1962 y las acusaciones lanzadas por su movimiento internacional en lo que se refiere a la desaparición del Che son ejemplos de ello. Injustamente, estuvo en prisión en diferentes momentos de los años 1960 y 1970. Desde los años 1930 hasta el fin de su vida, fue un militante revolucionario convencido. Forma parte de la categoría de militantes, hombres y mujeres, que a lo largo de toda su vida permanecen fieles a la lucha.

Traducido por Alberto Nadal

[1] Eric Toussaint, historiador y doctor en ciencias políticas, autor de varios libros.

[2] Ver Eric Toussaint “Revolucionarios olvidados de la historia. Los trotskystas cubanos de los años 1930 a 1959 », http://www.rebelion.org/noticia.php... Aquel texto fue redactado durante el año 2000 y publicado en el libro de Yannick Bovy y Eric Toussaint, Le pas suspendu de la révolution, Approche critique de la réalité cubaine, Edition du Cerisier, Cuesmes, Belgique, 2001, 387 pp. Con un prefacio de Manuel Vázquez Montalbán. El libro contiene contribuciones de Fernando Martinez Heredia, Abel Prieto, Mayra Espina Prieto, Julio Fernandez Bulté, Yannick Bovy, Janette Habel, Frangois Houtart, Jean Lazard, Maria Lopez Vigil, Osvaldo Martinez, Julio Carranza Valdes, Haroldo Dilla Alfonso, Silvio Rodriguez, Maya Roy, Eric Toussaint, Laurence Weerts. Ver presentación del libro en francés: http://risal.collectifs.net/spip.ph... y http://archive.indymedia.be/news/20...

[3] El Movimiento 26 de julio (M-26-7, M-26) fue creado el verano de 1953 por Fidel Castro para organizar la lucha armada y la acción de masas revolucionaria tras el ataque al cuartel de la Moncada en Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953 que marca la aceleración de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. La lucha dirigida por M-26 llevará al derrocamiento de Batista en enero de 1959 y a la victoria de la revolución cubana.

[4] Tennant Gary, The Hidden Pearl of the Caribbean. Trotskyism in Cuba, Socialist Platform, London, 2000, p 202.

[5] Hay que señalar que en la misma época varios miembros de la fracción estalinista (llamada la micro fracción animada por el comunista Aníbal Escalante) fueron condenados a varios años de cárcel. Ver la entrevista del dirigente trotskysta Roberto Acosta Hechavarria que declara que la dirección castrista atacaba a la izquierda trotskysta y a la derecha estalinista (Tennant, p. 250).

[6] « La liquidation de Guevara : Un coup à la Révolution cubaine » in Lutte communiste 10 novembre 1965

[7] Lutte communiste, 25 octobre 1967, pp 2-3.

[8] Causa n°270 de 1973 de la radicación del Tribunal n°1 de La Habana, 12/12/1973.

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